DÍA 4
“Y tú, Belén… no son en absoluto menos” (Mt 2:6)
Aunque pequeños y sufrientes, no nos falta nada

Lecturas
Mic 5:2-5a, 7-8 De ti saldrá… uno que ha de gobernar en Israel
Ps 23 El Señor es mi pastor, no querré
1 Pedro 2:21-25 Ahora has regresado al pastor y guardián de tus almas
Lc 12,32-40 No tenés miedo, pequeño rebaño

Reflexión
Desde la pequeña y humilde ciudad de Belén, el Señor, el Hijo de Dios, hizo su entrada en el mundo. Desde el vientre de una humilde niña de pueblo, tomó carne humana y eligió vivir su humanidad en la oscuridad y la simplicidad. Se convirtió en un grano en el campo, levadura en la masa y un pequeño rayo de luz en nuestros ojos, y esa luz ha llenado la tierra. De la oscuridad de Ephrata ha salido un gobernante, el pastor y guardián de nuestras almas. Y aunque él es nuestro pastor, se convirtió en el Cordero que cargó los pecados del mundo para que nosotros podamos ser sanados.
Aunque de poca importancia entre los grandes clanes de Judá, Belén se hizo grande debido al nacimiento del Pastor de todos los pastores, el Rey de todos los reyes. Belén, nombre que significa “casa del pan”, puede ser una metáfora de la Iglesia que trae al mundo el pan de vida. La Iglesia, el Belén de hoy, sigue siendo el lugar donde los débiles, los impotentes y los pequeños son bienvenidos porque en ella cada uno tiene un lugar. La recolección de estos granos se convierte en la cosecha. La levadura unida se convierte en una fuerza poderosa. Los rayos concentrados se convierten en una luz guía.
En medio de la agitación política, una creciente cultura de codicia y el abuso de poder en este mundo, los cristianos, como otros en el Medio Oriente, sufren persecución y experimentan una sensación de marginación, viviendo con miedo a la violencia y la injusticia. Sin embargo, no tienen miedo porque el Pastor camina con ellos, reúniéndolos en un solo redil y haciéndolos un signo de su presencia amorosa. Unidos, son la levadura que fermenta el lote. En Cristo encuentran un modelo de humildad, y de él escuchan un llamado a superar las divisiones y a estar unidos en un solo rebaño. Aunque son pocos, en su sufrimiento siguen los pasos del Cordero que sufrió por la salvación del mundo. Aunque pocos están seguros de la esperanza, no les falta nada.

Oración
Buen Pastor, la fragmentación del pequeño rebaño aflige a tu Espíritu Santo. Perdona nuestros débiles esfuerzos y lentitud en la búsqueda de tu voluntad. Danos pastores sabios según tu propio corazón que reconozcan el pecado de la división, y que conduzcan a las iglesias con justicia y santidad, a la unidad en ti. Te pedimos, Señor, que escuches nuestra oración. Amén.